jueves, 31 de enero de 2013

Marcha por la Vida y la Justicia de las mamás y papás de desaparecidas: tras enterrar los dos huesos de Beatriz Alejandra





En una rutera (bus) camino hacia el panteón de San Rafael comenzaron a preparar su Marcha por la Vida y la Justicia. Llamaron a sus hijos en celulares prestados -porque los suyos ya no tenían saldo- para que cuidaran a sus hermanos pequeños, mientras ellas comenzaban a caminar  de Juárez a la ciudad de Chihuahua (a unas cuatro horas en carro y unos siete días andando por el desierto a temperaturas bajo cero y sin ropa de abrigo, ni calzado apropiado ni nada para comer ni dinero).

"No sé qué irá a pasar, pero aquí vamos. No llevamos nada, vamos a la deriva como nuestras hijas cuando desaparecieron... ahorita en una caminata para presionar que se nos haga justicia y se nos entregue lo que tienen (los restos de desaparecidas) en el Semefo porque nos están entregando gota a gota y es más el sufrimiento que tenemos nosotros y más la angustia que vivimos día a día", dice Berta, mamá de Brenda Berenice Castillo García que desapareció el 6 de enero de 2009 a los 17 años de edad (http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2013/01/como-sobrevive-un-nino-de-4-anos-de.html )

El objetivo: exigir al gobernador priísta de Chihuahua, César Duarte Jáquez que haga su chamba: encuentre vivas a sus hijas desaparecidas -un círculo de indiferencia de las autoridades e impunidad que se lleva repitiendo desde hace veinte años en Ciudad Juárez- y el Servicio Médico Forense (Semefo) entregue de una sola vez las más de 138 desaparecidas en esqueleto que las mamás -convertidas en investigadoras- aseguran que las autoridades ocultan. Y si éste no les recibe en el Palacio de Gobierno de Chihuahua o no encuentran los resultados que demandan, seguirán caminando hasta la Ciudad de México, en busca del presidente Enrique Peña Nieto, también del PRI.

La rutera sigue el coche fúnebre con el ataúd que contiene los únicos dos huesos de unos cinco y ocho centímetros que le entregaron -tras casi un año en el Semefo- a Ana María, la mamá de Beatriz Alejandra Hernández Trejo, envueltos en una bolsita de papel como las que se utilizan para el pan dulce (aquí tenéis la única entrevista y fotos que realizó http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2013/01/ana-con-los-dos-huesos-de-su-hija.html).

La paciencia de las mamás con las autoridades ha llegado a su límite. Si en febrero del año pasado, quisieron confiar en las promesas del gobernador Duarte y accedieron a finalizar a los cuatro días una protesta con el ataúd con los huesos de Jessica Leticia Peña en la Fiscalía, ahora ya no creen nada.
(http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2012/02/un-ataud-en-la-fiscalia-con-los-huesos.html  y
http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2012/02/en-juaritos-las-desaparecidas-aparecen.html).

El haberse unido las mamás en un Comité de Madres y conocer a otras que llevan más de 15 años buscando a sus hijas, el dolor de ver la nueva estrategia de entregar huesos poco a poco para que quizá la noticia no de la vuelta al mundo como cuando el caso del Campo Algodonero, se une a las mismas respuestas de las autoridades incompetentes que siempre negaron la problemática y que nunca se marcharon de la política como el ex gobernador Patricio Martínez, ahora senador por el PRI, y mano derecha del actual gobernador César Duarte, preocupados más por la imagen de Ciudad Juárez que por la realidad.

"No hay ningún tipo de investigación", afirma Francisca Galván, asesora jurídica del Comité de Madres. "Lo que nosotras estamos percibiendo es que le sale al gobierno de Duarte más barato entregar cuerpos porque es como si lo archivara y les diera carpetazo. No  hay ni una línea de investigación, ni un responsable detenido, no hay justicia".


Los dos niños de Beatriz Alejandra Hernández Trejo - desaparecida el 27 de abril de 2010 en la zona centro de Juárez, a los 20 años de edad, cuyos restos fueron encontrados el 20 de enero de 2010 en el militarizado Valle de Juárez y entregados un año más tarde- asisten al entierro de su mamá que casi se pospone cuando la familia estaba en el funeral porque la Fiscalía no había realizado correctamente el trámite y la funeraria recibió órdenes de devolver el cuerpo al domicilio, según me comenta Oscar Cardoza, el encargado del servicio fúnebre.  Irving Alberto, tiene 6 años y Kevin Alejandro, 4.



Y si su mamá pudo enterrarse tras el funeral, fue porque Karla, la mamá de Cinthia Jocabeth Castañeda García, desaparecida a los 13 años de edad y José Luis, el papá de Esmeralda Castillo -desaparecida a los 14 años-, llamaron al Fiscal Ernesto Jáuregui para decirle que si en diez minutos no llegaban con la documentación que faltaba para enterrar a Beatriz Alejandra, comenzarían un plantón en la Fiscalía con el ataúd. Y en menos de diez minutos y sin papel, el encargado del servicio fúnebre recibió una llamada y avisó que todo estaba solucionado y partían al panteón de San Rafael.

"Estamos determinadas a todo. Vivimos la peor de las torturas, para nosotras no hay frío ni hambre. Estamos muertas en vida", afirma Karla, de 30 años, la mamá de Cinthia Jocabeth Castañeda y de cuatro niños más.


Minutos después de enterrar a Beatriz Alejandra Hernández Trejo, las mamás de Brenda Berenice Castillo García, la de Gabriela Espinoza y la de Cinthia Jocabeth Castañeda y el papá de Esmeralda Castillo Rincón comenzaron la marcha acompañadas de la asesora jurídica Francisca Galván. Al día siguiente, se incorporarán la mamá y la tía de Nancy Navarro, de Griselda Murúa López, de Jessica Padilla y el papá de Mónica Janeth Alanís Esparza. Y poco a poco, más mamás que no tuvieron el dinero de la ruta para llegar hasta el entierro.  (De los casos en concreto, pueden leer extensivamente en este blog, de algunos desde los dos días de su desaparición como el de Nancy Navarro. http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html




****En veinte años de desapariciones de mujeres pobres y bellas en Ciudad Juárez, nunca un grupo de mamás había realizado una caminata desde Juárez a la capital del estado, Chihuahua, para pedirle cuentas al gobernador. La protesta similar fue la de Marisela Escobedo, mamá de Rubí, que fue asesinada en el vigilado Palacio de Gobierno de Gobierno. 

Si al leer estas líneas, se pregunta por qué desaparecen las mujeres en Juárez desde hace veinte años, les daré la misma respuesta que hace diez años, cuando escribí este reportaje en el diario El País, de Madrid. Lo único que ha cambiado es que sus protagonistas ya no están, fueron asesinados o tuvieron que pedir asilo en Estados Unidos.  http://elpais.com/diario/2003/07/13/domingo/1058068356_850215.html
Me permití remitirles a este reportaje de hace diez años porque no me gustaría escribir nunca la situación de las desapariciones en Juárez en 30 años. Y darme cuenta que nada ha cambiado. Sólo el horror.

LUNES, 14 DE ENERO DE 2013

Ana, con los dos huesos de su hija Beatriz Alejandra Hernández Trejo (mamá de dos niños) en un ataúd. Y sin flores ni justicia

Ana vela a su hija Beatriz Alejandra Hernández Trejo en su casita


A un costado del cuartito de bloque donde se vela a Beatriz Alejandra Hernández Trejo hay un hueco para una puerta que se cubre con un plástico duro que intenta esquivar el frío intenso de estos días. Y un ataúd blanco: dos huesos, de unos ocho y cinco centímetros. En una cajita de cartón. Envueltos en una bolsa de papel, como las que se utilizan para envolver el tradicional pan dulce mexicano.

Es lo que queda de Beatriz Alejandra Hernández Trejo, desaparecida en el centro de Juárez el 27 de abril de 2010, a los 20 años de edad, cuando se dirigía a un entrenamiento laboral. Sus restos se entregaron a Ana, su mamá, en el anonimato del domingo: sin que la Fiscalía anunciara el hallazgo como lo hace cuando se encuentra a una joven que se fue por su propia voluntad. Quedan sus huesos y sus dos niños: Irving Alberto, de 6 años y Kevin Alejandro, de 4.

"Nunca esperé que me entreguen a mi hija en pedazos. Yo quería a mi hija viva, completa", me dice Ana María Trejo, de 42 años y madre de tres hijas.

"Lo único que me están entregando son dos huesos, nada más... Una parte del fémur y otra de la cadera. El resto no lo han encontrado. Yo lo único que le pido a las autoridades es que no desaparezcan nuestras hijas. Se busquen vivas a las desaparecidas. Que se haga justicia. No es justo que estemos pasando esto, no es justo que le hagan lo mismo a otras mamás".





Los huesitos de Beatriz Alejandra Hernández Trejo permanecían en el Semefo (Servicio Médico Forense) desde hace casi un año, desde el 20 de enero de 2012, que se hallaron junto a otros restos de mujeres -que desaparecieron en el centro de Juárez- en el militarizado Valle de Juárez.  Mientras Ana, su madre, la seguía buscando e intentaba tranquilizar a los niños de su hija por su ausencia.

"Les había dicho que su mamá andaba trabajando y que iba a conseguir dinero para venir a vernos y para estar con ellos. Eso fue lo que mis niños siempre supieron, ellos estaban con la ilusión de volver a ver a su mamá. Para mí estos tres años han sido muy difíciles, estarles explicando a mis niños... "

Como para otros niños. Según una fuente, 138 cuerpos de mujeres permanecen en el Semefo sin que se hayan entregado a sus familiares.




El atáud de Beatriz Alejandra surge en un cuarto desolado sin flores: un hogar donde hay que elegir entre comer todos los días o tener leña para calentarse. Es una casita situada en una calle sin pavimento, de arena, de la colonia Granjas de Chapultepec.  Aquí se vela a esta joven con mucho amor, solidaridad. Con lo mejor del ser humano en la atrocidad de despedir a un hija desaparecida convertida en huesos.

Son ellas. Las mamás de desaparecidas y víctimas de feminicidio que no dejan que otras se derrumben. Están acompañando a Ana, la mamá de Fabiola Janeth Valenzuela Banda, de 19 años, que enterró a su hija hace un año.
La mamá de Jessica Leticia Peña, de 15, que dejó de protestar con el ataúd de su hija en la Fiscalía cuando el gobernador César Duarte le prometió en febrero del 2012 todo lo que no ha cumplido.
Están las mamás de Cinthia Jocabeth Castañeda, desaparecida a los 13 años de edad, la de Janira Fraire, Paula Janeth Soto Betancourt, Gabriela Espinoza Ibarra, Brenda Ivonne Ponce Sáenz, Jazmín Ibarra Apodaca, Claudia Antonia Nuñez, entre otras.
Todas han llegado a la casita tras varias horas en las pésimas ruteras de la ciudad, el único transporte público, algunas dejando a sus hijos encargados con vecinas y empleando los últimos pesos que les quedaban. Unas reviven el dolor de sus pérdidas. Otras, ruegan al universo que las suyas no terminen como las hasta ahora aparecidas en veinte años de feminicidios en Juárez.

"Estamos viviendo la misma situación, yo no espero estar así como ella, yo quiero verla viva de nuevo",  me comenta María de los Angeles, mamá de Janira Frayre Jáquez, desaparecida a los 15 años de edad el 16 de junio de 2010 en la zona centro, y de dos niñas más.

"Me da miedo  el saber que quizá me suceda lo mismo y yo siempre pido a Dios que me de fuerzas para poder afrontar a lo que sigue. Entiendo a Ana, en la situación en la que ella está ahorita y no quiero vivir eso. Espero que nunca me vaya a pasar. Prefiero vivir con la esperanza de que la voy a ver", añade.

El martes, Beatriz Alejandra Hernández Trejo será enterrada en la más estricta intimidad por deseo de la familia. Poco antes, las mamás tienen agendada una reunión con el secretario del gobernador de Chihuahua para pedir reunirse con el gobernador y mostrarle que "no se han cumplido sus promesas". En ese momento, Ana Trejo comenzará otra lucha:

"Yo no me voy a quedar tranquila hasta que encontremos a los responsables, hasta que no se haga justicia".

Y todas las mamás, le seguirán. En lo que decidan para presionar a que las autoridades hagan su chamba, ni más ni menos.

DOMINGO, 6 DE ENERO DE 2013

Cómo sobrevive un niño de 4 años de edad a la desaparición de su mamá, al mes de nacer, en el Día de Reyes

Kevin Gustavo, hijo de Brenda Berenice Castillo García, se refugia en el abrazo de su abuela Bertha Alicia junto con otros familiares de jovencitas desaparecidas en Ciudad Juárez 


Unidad Especial de Investigación de Personas Ausentes y/o Extraviadas de la Subprocuraduría de Justicia 
Brenda Berenice Castillo García, de 17 años, que fue vista por última vez en la zona centro (el 6 de enero de 2009) vestía pantalón de mezclilla de color azul, bufanda de color café, chamarra blanca con gorro y zapatos de color rosa.  *



Han pasado cuatro años. El tenía un mes. En aquella edad donde alcanzó a sentir el amor mágico de una madre. En los senos para nutrirse con el alimento de la vida. Hasta que Brenda Berenice desapareció. Y llegó la leche de fórmula en biberón. Con las pesquisas de búsqueda que conviven con juguetes en una infancia de ausencias.
 


* Características:
Estatura:1.65 metros aprox.  
Complexión: delgada 
Tez: morena                                                                
Ojos: café claros, de tamaño mediano y tipo redondo. 
Cejas: delgada y arqueada. 
Nariz: mediana, tipo recta
Boca: grande y labios de tamaño regular
Cabello: de color negro, lacio, y de longitud hasta debajo de los hombros. 


El rostro angelical de Kevin Gustavo surge ahora en los brazos de su abuela Bertha Alicia García. Como un reflejo en las figuras de los Reyes Magos en la Catedral de Ciudad Juárez. En primera fila. Como todos los días de reyes desde que nació. En una jornada mágica para los niños, donde los imposibles se convierten en posibles en forma de regalos. En el que espera que los Reyes le devuelvan a su Reina, como llama a su mamá.
Asiste a una misa, sin que el sacerdote se refiera a los familiares de muchachas desaparecidas que están congregados acompañando en sus súplicas al pequeño Kevin y Bertha Alicia con seis de sus siete hijos. Sólo falta Bruno, el papá de Brenda Berenice Castillo, que consiguió una chambita de unas horas como albañil y que tuvo que aceptar: la familia vive en una casa prestada que está en venta, sin calentón para el frío intenso de estos días, ni agua porque se la cortaron al no poder pagarla.
Y Kevin dice que ya su Reina va a llegar, que le va a traer muchos dulces, unos chocolates.
Pero no llega. Aún.



"Para mí este día es el más triste. Es el último día que miré a mi hija. No hay Reyes Magos ni Navidad", dice Bertha Alicia, de 45 años, mamá de Brenda Berenice Castillo García.

"Le he pedido al Señor que nos ayude a todos, ya saben las autoridades dónde está mi hija (en abril del 2011 supo donde estaba, pero dice que prefiere no desvelarlas públicamente para no entorpecer las investigaciones, aunque está a punto de dar un ultimatum a las autoridades por sus nulos resultados) y Dios quiera que me la traigan dónde quiera que esté".

"Te vuelves loca desde el primer momento (de la desaparición), no hayas qué hacer, te desesperas. Hoy a ver si mi Dios me hace un milagro y me de esa felicidad de saber algo de ella".


Bertha, mamá de Brenda Berenice, es consolada por su hija Saray a la salida de la Catedral, junto a la Misión de Guadalupe. En el fondo, el papá de Esmeralda Castillo, desaparecida el 19 de mayo de 2009

Es 6 de enero. De hace cuatro años. 11 de la mañana. Brenda Berenice Castillo García, de 17 años de edad y mamá de Kevin Gustavo, de un mes, sale de la casita en la que viven temporalmente en el fraccionamiento Finca Bonita rumbo a la zona centro. Toma la rutera Juárez-Zaragoza que se para enfrente de su hogar para dirigirse a la joyería Soto, que colinda con el Mercado Juárez.

"Dicen que no llegó. Sólo Dios sabe", asegura Berta Alicia, la mamá de Brenda Berenice.

Y la busca. Investiga. Y ahora entrega pesquisas con la foto de su hija y los datos de su desaparición. Lo hace acompañada de otras mamás como la de Griselda Murúa López, Esmeralda Castillo, Nancy Navarro, Gabriela Espinoza, Bianca Loera, Lupita Montes, Grisel Ventura Rosas, Paula Ivonne Aguirre, entre muchas.  Otras ya no pueden acompañarla en su lucha, como Marisela Escobedo, la mamá de Rubí, que fue asesinada enfrente del vigilado Palacio de Gobierno de Chihuahua el 16 de diciembre de 2010.



La mayoría de ellas, llegaron a Juárez en busca de sueños. Y la ciudad tragó a sus hijas.
Bertha Alicia arribó a los 8 años de edad, de Torreón, en el estado norteño de Coahuila. Su mamá había enviudado y decidió emigrar para sacar adelante a sus nueve hijos. Encontró trabajo como mesera en un restaurante y cuando Bertha Alicia creció, siguió sus pasos hasta trabajar en una fábrica maquiladora.

En estos cuatro años de búsqueda, ha sumado años, perdido kilos. Y piensa: "si mi hija estuviera, no anduviera con el pelo todo canoso. (A Brenda Berenice) le gustaba mucho peinar a las niñas (hermanas), y a mí me pintaba el pelo".

Y sonríe. Por no llorar.                                                         .

Abrazos solidarios de mamás de desaparecidas a Bertha Alicia, en el día que recuerda la  última vez
que vio a su hija. En un segundo plano, la mamá de Griselda Murúa. 
El dolor de tener a una hija desaparecida unió a padres como el de Esmeralda Castillo a presionar a las autoridades
para que hagan su trabajo. 

MARTES, 25 DE DICIEMBRE DE 2012

En Juárez unos viven la Navidad, otros intentan olvidarla y en el hogar de Nancy Navarro sonríen en la agonía de la espera



Es de color rosa: este año pensaban no celebrarla. Que fuera como el año pasado, sin arbolito ni Santa para tres de sus cuatro hijos y nieta. Al entrar en la casita de Lucy, la mamá de Nancy Navarro, hay un pino (rosa) de Navidad.

"Es la luz que yo estoy esperando, una luz de esperanza de volver a ver a mi hija algún día. Lo compré rosa porque a mi Nancita le encanta el rosa y cada luz que prenda es una luz de esperanza".

En Ciudad Juárez unos viven la Navidad, otros intentan olvidarla. Para que no duela aún más la ausencia de unos 11 mil 300 asesinados en cinco años, en la llamada guerra contra el narco del ahora ex presidente Calderón, los desaparecidos.
En el hogar de Nancy Navarro, desaparecida a los 18 años el 13 de julio de 2011, han decidido sonreír en el dolor. Por los más pequeños de la familia: "que miraban los pinitos" en la tele y pedían uno.

"Con el dolor de mi hija, tengo que sonreír ante mi familia y mis hijos, y todos. Y es bien duro estar en familia y que ella no esté, no saber si habrá comido, dónde estará, y tener que sonreír".



Se levantó pronto para preparar tamales en la casa de su suegro. De carne deshebrada en chile colorado y de chile verde con rajas. Amasó la masa de maíz con sus manos doloridas y con calambres por estar empacando algunas noches pozole helado y sellarlo en una fábrica que distribuye bolsitas en los supermercados de la ciudad. Cuando terminó, dejó cocer al vapor los tamales en una hoguera
improvisada en la arena del desierto que separa su hogar de la vivienda del padre de su esposo. Y fue a cobrar su jornada en la calle Mina, donde está la tienda Modatelas, a la que su hija Nancy Navarro fue a buscar trabajo el día que desapareció.

"Cada vez que paso por ahí, por más que me fijo a ver qué oigo... Siempre anda uno con la esperanza de ver, de oír algo. El centro ya no es andar feliz comprando las cosas, es ver a qué mira uno, a ver qué escucha".

Esta vez tampoco vio a su hija. Ninguna pista de su paradero.

Llegó la hora de la cena de Nochebuena. Arrullan al niño Dios y le cantan, pidiéndole posada. Antes de comenzar a comer tamalitos dan gracias por estar reunidos. Y cuando es hora de darse el abrazo porque llegó la Navidad, a las doce de la noche, comienzan los deseos. A esa hora, Santa ha llegado al árbol de Navidad: una tía soltera de los niños -que trabaja como operaria en una fábrica maquiladora- ha podido comprar cuatro regalos para los tres hijos de Lucy, de 15, 7 y 6 años de edad y Brianita, la hija de Nancy Navarro, de 2 años y seis meses.

Los pequeños están ilusionados y comienzan a jugar con los juguetes. Carlitos, de 6 años, es el único que muestra su descontento. Es hora de dormir y Santa no le trajo el regalo que le pidió.

"Volver a ver a Nancy".

**** Lucy dejó de sonreír al ir a dormir. En la soledad es libre para sentir.
"Cada noche le pido a Dios que me la cuide donde quiera que esté y que me de fuerza para seguir adelante, y que yo confío en él para que me la traiga viva. Estoy triste por mi hija, pero también le doy gracias a Dios porque todavía estoy de pie y tengo que sonreír con mi dolor en el fondo de mi corazón porque no quiero que mi familia me mire triste, porque cuando ellos me miran triste, a ellos le duele"



LUNES, 10 DE DICIEMBRE DE 2012

Ernestina Enríquez: "A nuestras hijas (desaparecidas en Juárez) no las buscan como a Jenni Rivera"


Hace poquito más de un año, el 2 de diciembre, Ernestina estaba enterrando a su hija Adriana Sarmiento. O a lo que quedó de su pequeña: tras desaparecer a los 15 años de edad  y permanecer dos años "olvidada" por las autoridades en el Servicio Médico Forense (Semefo), mientras ella iba vendiendo lo que tenía para buscarla por todo México.

Adriana, que desapareció el 18 de enero de 2008 en la zona centro, era alumna de la preparatoria Ignacio Allende, en la que estudiaban seis jóvenes desaparecidas.

Ernestina comienza a deslizar en el suelo unos zapatos similares a los que llevaba su hija. Está con otras mamás de desaparecidas en Ciudad Juárez. En la explanada de la Fiscalía General del Estado en un lunes en el que el mundo conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Los zapatos son rojos: como la sangre que se ha derramado en los diecinueve años de feminicidio impune en esta ciudad fronteriza con Estados Unidos.

"Siento mucha tristeza porque uno de esos zapatos es como si hubieran sido los de mi hija", dice Ernestina Enríquez, de 56 años, que trabaja limpiando casas. "Mi hija era muy bailadora, le gustaba mucho la cumbia. En esos zapatos ya nadie va a bailar".

Ernestina no está sola. Le acompañan la mamá de Silvia Arce que sabe lo que es tener una hija desaparecida desde hace quince años, la de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, Nancy Navarro,  Janeth Paola Soto Betancourt, Brenda Berenice Castillo, Cinthia Jocabeth Castañeda,  Esmeralda Castillo Rincón, entre otras.


El aire está frío en una mañana de cielo azul intenso. Para llegar hasta la Fiscalía, Ernestina ha tenido que dejar su chamba de hoy, tomar dos ruteras del pésimo transporte público de Juárez y ya no le quedan más pesos más que para tomar una: tres horas en bus.
Le pregunto por qué está aquí: en una protesta con 300 pares de zapatos, que recuerda a la instalación artística organizada por una ong estadounidense hace siete años con zapatos de los soldados y civiles muertos en Irak. Es el vacío del dolor agravado por los porqués sin responder: la injusticia que reproduce las desapariciones, los feminicidios. Y que expresa ahora la artista mexicana Elina Chauvet, nacida en Casas Grandes y residente en Europa, actualmente en Italia, con la que un día las mamás quisieran conversar.

"No hay avances en la investigación. Ellos (las autoridades) ya pagaron el funeral y con eso está arreglado todo, ya cumplieron.
Somos personas que vivimos lo mismo y pues total a mí ya me entregaron lo que yo buscaba, pero hay otras que todavía no las entregan, quizá estén guardadas, escondidas como la mía. Yo me puedo decir afortunada o me puedo decir desafortunada, pero entre lo desafortunada puedo decir que soy afortunada porque hay personas que se les está entregando una pieza o dos piezas y eso no es su hija.
Es algo bien triste, comes porque tienes que comer, duermes porque tienes que dormir, pero no hay vida. Y luego te la entregan cuando se les da su gana, la tienes y es otro sufrir para acostumbrarte que ya no va a regresar".

Ernestina va buscando por la instalación los zapatos rojos que le recuerdan a su hija. Como otras mamás. Comenta lo mucho que le gustaba bailar a Adriana Sarmiento las canciones de la "Diva de la Banda" Jenni Rivera, que en las primeras horas del domingo desapareció junto al avión en el que viajaba en el estado de Nuevo León. Y las autoridades iniciaron una búsqueda inmediata encontrando restos, que prometieron analizar en un tiempo récord para que la familia de Jenni pueda enterrarla lo antes posible.

"Sí, es que ella era muy importante y tenían que encontrar sus restos. A nuestras hijas desaparecidas no las buscan en helicópteros como a Jenni Rivera. Ella era una importante muertita. Las de nosotros no, son mujeres de Juárez... a quién le importan, quién las busca y si las encuentran, nos las esconden, nos devuelven huesos. A nadie le importan, a nadie".

La hija de Anita,  Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, desapareció a los 16, un 7 de julio de 2011
Lucy, mamá de Nancy Navarro: desaparecida a los 18 años, un 13 de julio 2011

VIERNES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2012

Luz María Dávila, sin sus dos únicos hijos asesinados: "Ya se va Calderón, lo bueno es que ya se va a largar".

En unas horas, Felipe Calderón (PAN) ya no será presidente de México: se marchará sin más de 100 mil personas asesinadas (unas 11 mil 300 en Juárez) en su llamada guerra contra el narcotráfico. Como los dos únicos hijos de Luz María Dávila, convertidos en cadáveres durante una fiesta estudiantil en la masacre de Villas de Salvárcar en la noche del 30 de enero del 2010.
Más los desaparecidos.  Y los que han tenido que huir. Las cifras del horror que ni son una estadística, que no existen: se funden en la opacidad de su mortífero sexenio.
Mañana, regresará el PRI con Enrique Peña Nieto como presidente. Y Luz María, la mujer pequeñita de estatura y tímida, vomita su dolor. Como lo hizo en una visita oficial del Presidente Calderón a Juárez el 11 de febrero del 2010 tras el asesinato de sus pequeños, en la que interrumpió una reunión para exigirle que pidiera disculpas porque sus hijos no eran unos pandilleros, como el presidente justificó sus muertes. Para esta trabajadora de una fábrica maquiladora, no ha cambiado nada. Para ilustrar su impotencia quise regresar, en una foto, a aquel día en el que me permitió que conociera a sus dos únicos hijos en dos ataúdes, separados por la refrigeradora de su casita: José Luis Piña, de 16 años y Marcos, de 19.  Y me pidió que le tomara una foto. Fueron dos clicks y en ella vi unos ojos que me estremecieron. El presente es este:

Al rato Calderón se va a Harvard y cómo nos quedamos muchas mamás sin hijos, hijos sin padres, esposas sin esposos.  Unas se sienten mutilada por un hijo (asesinado). No me siento mutilada: me siento que no tengo nada, porque por culpa de él no tengo a mis hijos.  Yo sí que estoy muy enojada con el Calderón, en vez de ayudarnos de sacar el país adelante, nos atrasó.

Cuando el (ex presidente panista) Fox no hubo tanta desgracia. Lo que sentí es que nos subió el pan, los frijoles y la leche. Y el Calderón, el gasolinazo por mes, todo nos subió y de pilón las desgracias que nos dejó  y las pérdidas. La gasolina sube pero cuando me va a reponer a mis hijos. De qué me sirve que él me ofrezca cosas Si le pidiera lo que yo quiero, él nunca me lo va a regresar. No vale la pena decirle ya nada, porque es una persona que no tiene corazón. Para qué, ya me quitó a mis hijos, a los otros  muchachos.

Según él, hizo mucho en Villas de Salvárcar, pero porqué lo hizo.  Hizo el parque a costa de la sangre de nuestros hijos y te apuesto que si no hubiera pasado lo que paso en Villas y no alzamos la voz aquí ni  biblioteca ni parque que no se terminó como nos lo prometieron. 

Yo levanté la voz. Lo hice por la memoria de mis hijos, por los otros muchachos. Ellos se llevaban como hermanos, iban a la misma escuela. Lo hice y ahí me da gusto ver ese parque, el memorial está por ellos. Afortunadamente, el parque les está sirviendo a otros.

A mí me gustaría pedirle simplemente cosas no, porque eso a mí no me va a reponer a mis hijos, pero que al menos se de cuenta lo que quedó pendiente con las demás familias. Muchas familias se quejan que no les cumplió. A una vecina  le mataron a su esposo (fueron 12 muchachos y 3 padres los asesinados), necesitaba una barda (para proteger su casa), quedó viuda, y nunca trabajó y está recién operada en la columna, (tiene) un chavalito en la secundaria, y ahí le ayudan los parientes con los recibos. Tú crees que ella va a poder levantar una barda siendo que ahí le mataron  a su esposo. Y ahí vino Margarita (la esposa del presidente Calderón) y les prometen. Para qué les prometen si no les va a cumplir.

Pues a mí si me alegra que ya se vaya. Uno no sabe en realidad cómo van a ser los presidentesCuando él entró me gustó, que iba a hacer cosas buenas mejor. El  Fox lo que no dejó fue tanta desgracia, hizo muchas cosas para su conveniencia. Ya no sabe uno ni qué, ni cómo va a empezar el siguiente presidente. 

Sí me gustaría que el Peña viniera a Juárez y se reuniera con los de Villas de Salvárcar y que viniera a conocer el dichoso parque que nos dejó el Calderón. Hablar con él y tener una plática amena con él, qué piensa hacer de todo esto. 

Los políticos dicen que Juárez, que Chihuahua vive. Cómo va a vivir Chihuahua si en cada casa falta un familiar, cuando no hay muchachas desaparecidas, falta el padre, el esposo, está canija la situación. No dicen cómo era antes de Calderón y cómo termino en desgracia.

Bien, bien, no estamos. Porque si Juárez estuviera bien no hubieran niños huérfanos, desaparecidas, fosas clandestinas, crímenes impunes, asaltos, robos de carros, extorsiones, ejecuciones, secuestros, balaceras, pobreza, corrupción. Por no tener no tenemos escuelas, transporte público, pavimento en las calles, parques, si a eso le llaman ellos bien, pues entonces... no saben lo que está bien. De qué esté bien Juárez es mentira, ya bajó el índice, ya no hay tantos muertos, pero bajar, bajar no. 
Y de todos modos, uno sale del trabajo y no más estás cuidándote a ver quién te puede asaltar. Eso es estar bien, como ellos no viven en Juárez, tienen escolta. Y muchos viven en El Paso (Texas), que ya bajó el índice es lo que les platican y no los que ellos están viviendo.
En realidad no saben bien lo que pasa en Juárez.

Yo espero que ahora que entre este otro presidente, ojalá haga algo por la patria como dicen, no te voy a decir por mí, porque por mí no pueden hacer nada. Porque la pobre patria está de cabeza. Si quieren que crea, amárrese los pantalones y a cumplir. De por sí,  ya no lo quieren al Peña, si van a prometer y no van a cumplir, váyase a la fregada.

El Calderón ya no tiene ni nombre...  pues a ver qué nos espera con este otro que entra.

LUNES, 26 DE NOVIEMBRE DE 2012

Cuando el duelo de las víctimas se convierte en arte: Fragmentos de Oposición al Olvido

Olga Guerra, una artista juarense que devuelve la dignidad a los asesinados

Estamos viendo un gansito (pastelito) que me recuerda a mi tío Ernesto Guerra, le decían "manito"El 17 de agosto del 2010 apareció muerto tirado en la calle. Pues lo ejecutaron. Apareció tirado, lo amarraron en la Vicente Guerrero y Constitución, casi llegando al centro. Lo vi muerto en fotos en el periódico. Tenía tres hijos, una hijastra. El más pequeño tiene ahora 13 años. Mi tío tenía 44.

 Le gustaban mucho los gansitos.  Siempre que llegaba a ver a un amigo, "Lacus" le saludaba con un, "pínchate un gansito". Cuando mi tío muere, su amigo le lleva uno y se lo coloca debajo del ataúd.

No esperaba encontrarme esto. De hecho salí de mi trabajo y venía (a la exposición) con otra idea, de tomarle fotos a las piezas. Hasta que por el visor me topé con el gansito y supe que representaba a mi tío.

Enrique Guerra Sandoval, 25 años. 





Ella también lo recordaba convertido en un cadáver. Tirado al lado de su camioneta en donde Magdaleno Rangel, su tío adorado, se convirtió en noticia por unos minutos, hasta el siguiente asesinato.
Ana Cristina Ramírez, de 21 años, borra ahora estas imágenes por memorias que sanan: ve la muñeca que le regaló su tío, junto a un reporte de la fiscalía de un asesinato, un collar, un rosario... En una vitrina de madera cerrada con un cristal. Todos los objetos pertenecen o representan a diferentes personas pero forman parte de una misma realidad: ser asesinado en Juárez en la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón que ha dejado en la ciudad unos 11 mil 300 asesinatos en los últimos cinco años. Más los que sobreviven a las pérdidas.

Está en una exposición en la Galería Grupo Arte IMAN, rodeada de diez vitrinas que seducen. Como santuarios que devuelven la dignidad arrebatada al ser asesinado: en nichos que emanan paz para los vivos.

"Mi tío fue asesinado en el 2010, el 28 de septiembre. Yo estaba en mi casa y le hablaron a mi hermana y en lo que cuelga el teléfono mi papá pone la tele y sale y veo el cuerpo y la camioneta.  Iba a un hospital privado y saliendo de ahí trataron de secuestrar a su niño (de 12 años) y forcejeó con ellos y el niño corrió al Hospital del Sol y a él no le quisieron meter... pocos  hospitales estaban recibiendo a  balaceados. Y ahí murió", dice la joven universitaria.

"Me sentía sola después de haber construido un mal recuerdo -gracias a los medios amarillistas- de una persona que quieres y matan. Un duelo interminable por estas imágenes que dejan marcas en la memoria y en el duelo que no terminas de vivir porque la violencia se sigue haciendo presente en lo vulnerable que te puedes sentir después de haber vivido esta situación. En esta exposición creo que terminé mi duelo, por el proceso de encontrar los objetos me di cuenta que todavía tenía buenos recuerdos que pensé que había olvidado. Volví a mi niñez, a mi adolescencia y al presente con una sonrisa que jamás debí haber olvidado", explica Ana Cristina Ramírez.

Esta es la magia de Fragmentos de Oposición al Olvido, la muestra de la juarense Olga Guerra, una artista emergente que sabe convertir el horror en belleza elegante. Una apuesta artística pionera en Ciudad Juárez que continúa con entrevistas a familiares de asesinados para expresar la violencia en visualidades poéticas que hipnotizan.

"Me enfoqué en los objetos que hablan con la carga simbólica de las personas. Se intenta hacer un museo de las memorias individuales que incluya al pobre, al marginado, al asesinado. El problema es que son víctimas de la violencia y eran personas como tú y yo. La violencia es un síntoma de un problema viejísimo que no hemos resuelto, como la mala educación y la pobreza", explica la artista Olga Guerra, de 22 años, de la colonia Guadalajara Izquierda, una de las más azotadas por la violencia.


En la experiencia artística los familiares de los asesinados comparten espontáneamente sus sentimientos al reconocer los objetos de sus muertos convirtiéndose también en parte de la obra. Como Nancy Díaz, de 25 años, viuda de Gonzalo Rivera y mamá de cinco pequeños.

"Me dejó sola con cinco hijos. Cuando él murió yo estaba embarazada de siete meses. Fue el 22 de diciembre del 2009. Estaba en una funeraria velando a otra persona, acababan de matar a un vecino, entonces acudimos a la funeraria (Latina, en la colonia Emiliano Zapata) a ver a ese otro muchacho y de repente pasó un vehículo y empezó a disparar. En ese momento él estaba afuera. Mi bebé nació en febrero. Me pesó mucho su muerte. El y yo éramos como una sola persona", recuerda.

Ahora observa una bota de las que él se hacía a medida, unas semillas de calabaza que le encantaban y una playera con su foto.

"Siento alegría, de alguna manera lo siento vivo con su memoria, que está vivo su recuerdo... no quedó en un lugar ahí guardado".

Cuando sus hijos de 10, 8, 7, 5 y 2 años vieron la exposición sintieron a su papá, un vendedor en un puesto en una escuela, como un "héroe, como si fuera alguien importante". Por primera vez pudieron ver sus pertenencias sin sentir querer huir: por el dolor.

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